AROMA DE LO VIVIDO

I

Perdimos nuestras huellas
por las sendas del tiempo.
Tu rostro es tan confuso
como borroso y extraño lo es mi rostro.
No conozco los ojos que me miran
desde la luna al fondo de la estancia,
no conozco mis ojos,
mis ojos perdidos sin rastro
en las selvas de la memoria.
Buscando entre las huellas de mis pasos
-y de tus pasos-
sólo encuentro vestigios del pasado.
Perdimos la mirada
azul de nuestra infancia.

II

Has arrancado
los cristales del marco de madera.
Te has arrancado el rostro
y has tirado los vidrios
al suelo. Te rompiste
en mil pedazos.
Trozos de vida
dispersos por los páramos
del olvido y el silencio.
Perdimos nuestras huellas

por las sendas de los espejos.
Sí, nos hemos perdido,
no encontramos el rastro
de nuestros días.
Sin embargo, volvemos
tras nuestros viejos pasos.
Se me escapan los ojos,
van tras de la memoria
buscando en los escombros
que a nuestro paso fuimos dejando.
Vuelves -y vuelvo- solo y destrozado
sobre el aroma de lo vivido
a nuestras azules jornadas.