Hijos de la Tormenta
Título: Hijos de la tormenta
Año: 1996
Edición: Primera
Autor: Miguel Fernández Rivero
Género: Poesía
Editorial: Edición propia
Tapa: Blanda
I.S.B.N: 84-89235-01-5
Dep. Legal: SE-33-96
Hijos de la Tormenta (1996) es mi tercer poemario. Sus versos siguen siendo una búsqueda de mí mismo y de mi lugar en el mundo. La tormenta interminable de los días seguía golpeando mi piel con furia. Desde las sombras, entre las que se hundía mi vida, alzaba mis manos, llenas de versos y vacías de manos, buscando la luz, buscando la vida. En esos años comencé a tomar conciencia de lo banal de mi existencia, y desesperado quise nacerme. Pero aunque mis ganas de nacer eran tan fuertes y mi deseo tan irresistible, no conseguía hacerlo. El caparazón, que años atrás el miedo construyó entorno a mí, era muy difícil de romper. Mientras al hombre le faltaban las fuerzas, el poeta, es decir el aprendiz de poeta, a golpe de versos, conseguía abrir pequeños agujeros por los que se filtraba la luz del mundo.
Aquellos eran los días del hombre que comenzaba a situarse, tímidamente y con miedo, en el mundo. Comenzaban los días de; El Aprendiz de Poeta,
Pero a través de todos aquellos versos, y a pesar de la luz que arrojaron a mi conciencia, no conseguía nacerme. Sólo lograba confeccionar un itinerario por mi interior, un viaje por la geografía de mi yo. Un viaje de la mano de Dámaso Alonso con sus Hijos de la Ira, y cabalgando junto a Jim Morrison y sus Jinetes Bajo la Tormenta a través de los páramos insomnes de mis noches y a través de los insondables eriales de mis días, para convertirse en mis HIJOS DE LA TORMENTA.
CAMINANTE
Vengo de lejos
y lejos marcho,
olvido cosas
y otras me callo.
Por el camino
todo es extraño,
el viento huye,
pasan los pájaros.
Soy el caminante
y voy soñando
días sin sombra
noches sin rayo.
Sólo soy el hombre
y voy gritando,
mi voz se pierde,
me voy apagando.
Ave que pasa,
perdido canto,
llevo en mi frente,
luz del ocaso.
Tan sólo olvido
queda a mi paso,
vengo de lejos
y lejos marcho.