LA EVOLUCIÓN DEGENERATIVA DE UN ANIMAL
Este viento que sin permiso entra por mis ojos, ha construido nidos en mi alma…
Las huellas del hombre son devoradas por el tiempo, pero si escuchas al viento cuando pasa rozando tu piel podrás oír el rumor de todos los tiempos. Oír, por ejemplo, el grito de terror y asombro de aquel animal al conocer el fuego. Oirás, igualmente, el grito entre triunfal y alegre de aquel animal-hombre al divisar nuevas tierras. También escucharás, entre el clamor de la batalla, el grito de furia y odio de aquel hombre-animal al manchar de sangre sus manos. Y podrás oír, si aguzas bien tus oídos, el grito de impotencia y rabia, reprimido por el miedo, de todos los hombres-pueblo que son aplastados por el poderoso hombre-dinero.
Si escuchas con atención, cuando pasa el viento por entre tus huesos, podrás oír el grito interminable de todos los hombres y de todos los tiempos. Podrás oír tu grito más secreto; podrás oírte gritar desde lo más profundo de tu racionalidad, y entonces sentirás vergüenza de llamarte hombre.
Muchos vientos han pasado sobre la piel del mundo, muchos granos ha recogido ese avaro cosechero y muchos granos ha esparcido en esa sucesión de espacios que van ocupando el mundo a través del tiempo.
Todo está en el viento. Todo nos lo da y todo nos lo quita. Nada somos sin el viento. Así lo dejó dicho Octavio Paz en su poema VIENTO: “Nada soy yo, / cuerpo que flota, luz, oleaje; / todo es del viento/ y el viento es aire siempre de viaje.”
El viento recogió las huellas de aquel animal que comenzaba a caminar sobre sus dos piernas traseras, la voz de su torpe lengua al empezar a ser domesticada por su cerebro, por su capacidad de razonar, de aprender y evolucionar. Entonces aquel animal, sintiéndose diferente, se creyó poderoso y superior a todos y a todo, y esto le lleno de egoísmo, de vanidad y ambición.
En el viento es donde habitan las huellas, el rumor del interminable caminar de ese animal-hombre que desde hace millones de años vaga perdido por la faz del mundo. Ese animal dominó a los demás animales, domesticó a los árboles y plantas, y controló a las fuerzas naturales del planeta. Mas ese animal hoy aún ignora sus límites. Pero todo ello no le bastó. Fue más lejos todavía; sometió y humilló, oprimiendo y tiranizando, a otros grupos de su misma especie, creando un sistema de clases en el que unas capas sociales soportasen el peso de otras. En este sistema de clases, las capas más altas se mantendrían en su privilegiada posición gracias al esfuerzo y el trabajo de las más bajas. Todo esto sería controlado mediante una escala de valores materiales. Dicha escala, con el paso del tiempo y la evolución de las sociedades, esclavizaría al individuo atrapándolo en el vértigo de esta sociedad consumista en la que hoy día vivimos.
Utilizando su inteligencia el hombre creó las herramientas necesarias para conseguir ese fin, las cuales enmascaró sutilmente ocultando su objetivo principal mediante unos ficticios privilegios y bienestar para las distintas capas sociales. Estas herramientas, que son las que han de mantener en el poder a quienes sepan manejarlas, básicamente son tres: la primera es LAS RELIGIONES, con las que se intenta controlar el pensamiento y los actos de los individuos, mediante el culto y la acatas ión de sus dogmas. La segunda es LAS LEYES, con ellas se trata de dominar y mantener dentro de un orden, establecido por quienes las promulgaron, a las personas en particular y a las sociedades en general. Y la tercera herramienta es LAS POLÍTICAS, con las cuales se pretende dirigir, administrar y gobernar a las personas, a los pueblos y a los países bajo ciertas ideologías o filosofías.
Pero cuando todas estas herramientas fracasan, debido a la rebeldía natural del hombre-pueblo, se utilizan otras más burdas y crueles que son totalmente efectivas, las cuales ya no ocultan sus pretensiones bajo ninguna máscara.
La primera de estas es LOS EJÉRCITOS, los cuales siempre intentaran disimular bajo el pretexto de salvaguardar la paz ente una posible agresión, ya sea esta externa o interna, al sistema político y económico que los crea, cuando su verdadera misión no es otra que la de reprimir a los pueblos mediante la fuerza y el miedo, apoyándose para ello en las RELIGIONES, LAS LEYES y LAS POLÍTICAS.
La segunda, la más eficaz, la más contundente y por consiguiente la más terrible, es LAS GUERRAS. Estas, siendo la consecuencia lógica de la anterior y su razón de ser, son utilizadas cuando aquella no puede cumplir su cometido dentro de una supuesta paz. Con ella se arrasa, se destruye y se elimina toda resistencia que pudieran encontrar las anteriores.
Todas estas herramientas: RELIGIONES, LEYES, POLÍTICAS, EJÉRCITOS y GUERRAS, se pueden considerar los pilares básicos sobre los que se asienta el poder de las capas sociales más altas, es decir de las clases dominantes, y son utilizadas para controlar, oprimir y esclavizar a las otras capas, masas de gente, pueblos o parcelas del mundo.
A veces viene el viento y nos araña el corazón o nos azota los ojos con esa brutal realidad, y entonces sentimos vergüenza de llamarnos hombres y poniéndonos de pie, cerramos nuestros puños y gritamos, desde lo más profundo de nuestra racionalidad, dispuestos a golpear esos pilares hasta derribarlos. Y si nuestro grito encuentra eco en otros labios, poblará a ese viento que la fuerza de nuestra unión volverá vendaval. Viento furioso capaz de arrasar los altos salones donde moran esos Señores de Manos Blandas.
El viento que pasa devorando nuestras huellas, ese exigente cosechero contra el que el hombre nada puede, ese viento ha cruzado hoy por mi alma de animal, dejando un triste rastro de hojas secas.
…mas no comprendo porque me siguen oliendo a tierra mojada estos atardeceres.
Abril 2004