Éramos tan tristemente humanos que, al final, nos dolían los ojos. No teníamos miedo a las sombras, que siempre amenazaron con devorarnos. Ni a la luz que, con terrible insistencia, intentó cegarnos. Tampoco temíamos a las palabras que, sin tregua, nos azotaban con la humillación o la burla. En verdad nunca fuimos cobardes, ni rehuíamos … Sigue leyendo Líneas Divergentes: TEMOR
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