ODA AL INDIGENTE     

Aún más silencio que sombra,

más sombra casi que hombre,

casi nada.

Criatura que ni se nombra

pues ya ni le queda nombre

ni morada.

Cruza furtivo las calles

con el alma desgastada

el mendigo,

el mísero trotacalles

que en la noche desolada

busca abrigo.

Con más soledad que llanto,

carne herida del castigo,

en la esquina

turbia y cruel del espanto

es el único testigo

de la ruina.

Del ayer cenizas lleva

sobre su piel clandestina,

flor marchita

del recuerdo, oscura cueva

y atroz dolor de una espina

infinita.

A rastras lleva la vida

por esta ciudad maldita

y hambrienta.

Brutal verso sin medida

que en la nada se agita

cual tormenta.

Señalado por el dedo

de la dama opulenta

va sin nombre

con más silencio que miedo

bajo la noche sedienta;

casi hombre.

                        Revista Mordisco, Nº 2, 2008

                        La Puebla de Cazalla.

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