POEMAS DEL LIBRO: LA HORA BRUJA

ESTÁ PRESA LA LIBERTAD

 

Está soplando un viento tan extraño

que arrecia la tormenta su aguacero

cubriendo de miserias al rebaño.

A la luz cegadora del dinero

en frenética danza los chacales

se abandonan a ritos ancestrales.

 

Pasa un rumor de sombras por el mundo

devorando los sueños. Un lamento

quiebra la frágil voz del vagamundo

por las calles del hambre y el desaliento.

Huérfanos del progreso -abierta herida-

arrastrando sus huesos por la vida.

 

Tan triste es este sol de los suburbios,

tan frío y tan atroz que a miedo huele,

que siembra desarraigo y desconfianza

y en su fulgor oculta asuntos turbios.

Ya no hay palabra o sueño que consuele

estas casas sin luz de la esperanza.

 

Los círculos escupen la pobreza

hacia fuera; arrabales de chabola,

calles de agobio y de húmedos despojos.

Entre luces amables siempre presa,

la libertad. La Élite controla

las parcelas del mundo y sus rastrojos.

 

Ríos de las ciudades en crecida

invaden luminosos edificios

con el mordaz aullido de la hiena.

Monedas de avaricia sin medida

olvidan lo importante, y entre vicios

del cuerpo -al fin- la mente se condena.

 

Al ritmo de trompetas y tambores

marcha el desfile blando, luz amable

y espejos bobos gritan el reclamo

que viene de los altos miradores.

Somos la fácil presa moldeable,

sumisos servidores del Gran Amo.

EL POEMA AZUL

Ayer, sin más, dijiste de repente;

ha nacido un poema,

poema azul que canta al indigente.

Pero claro, ningún poema azul

puede cantarle al pobre,

al que sufre el olvido,

al que fue desahuciado.

Sí, lo dijiste ayer con tu palabra

amable, la que siembra su semilla

en los sueños del hombre, la que labra

los labios y la mente.

En tu poema azul al inocente

lo dijiste, mas fuiste un poco osado

al pronunciar palabras tan hermosas

sobre la vida ruin del acosado

Es cierto, no se puede

escribir un soneto al miedo y las miserias;

nunca sobre el vencido.

No, jamás es prudente

escribir un poema de la gente

que arrastra su existencia por las calles

del mundo con sus vidas siempre acuestas.

ROSA IMPURA

 

Un lápiz rojo sobre el horizonte,

anuncio del silencio, nos dibuja

desnudos y grotescos

sobre la piel nocturna

del mundo, de ese mundo que nos hiere

con el miedo y la culpa

Oscuros son los límites del mundo.

La vida es una rosa que siempre se abre impura,

es la rosa caníbal que devora inocencias.

Nadamos en la duda;

¿Qué camino tomar?

¿Dónde está la verdad?

Vagamos por las calles en manadas absurdas,

la multitud es otra forma atroz

de soledad. Disfruta

de tu porción de espacio y de tu tiempo

comprados con tus días, con tus sueños; oculta

tu miedo y tu vacío.

Las doce de la noche, extrañas brumas

confunden la mirada con furtivas

siluetas que susurran.

A veces el silencio es un cuchillo

que entre las sombras brilla y siempre busca

la sangre de unos sueños.

Sobre la nada escribe el lápiz rojo

sin punta: es la hora bruja.

HAIKURIAS

 

I

Como alimaña

hambrienta, la ciudad

abre sus fauces.

 

II

Entre cartones

el día cambia luces,

frío en los huesos.

 

III

Bajo la lluvia,

como triste paloma,

vaga el mendigo.

 

IV

Un gorrión pica

el asfalto, sumiso,

igual que el hombre.

 

V

Es un suspiro

esta luna que huye

por los suburbios.

 

VI

Ajada flor

estos labios del niño,

solo es el hambre.

 

VII

Un indigente

alarido recorre

estas ciudades.

TUS CANSADAS ABARCAS

A Miguel Hernández,

muerto en los calabozos del odio

I

Desde tus campos

de pastoreo,

a campos de batalla;

tus cansadas abarcas fueron

derramando los versos

de un grito libertario.

La paloma de blanco vuelo

atrapada por los barrotes.

No cesará la luz

de tu palabra,

ni podrán retener

tu humana esencia,

esos muros del odio

y de la muerte.

 

II

Te detuvo un reloj;

que no era de oro, ni de plata,

nada más que un reloj

de sueños rotos.

Treinta de abril

del treinta y nueve;

la libertad valía

solo cinco pesetas.

El odio acecha al hombre.

Fueron dieciocho cárceles,

itinerario de tu muerte.

Presa la libertad,

la carne torturada,

la torturada mente

y el hombre denigrado,

rebajado a la nada.

Madrugada sin luna;

porque la muerte llega

a las claras del alba.