PRESENTACIÓN DEL LIBRO: Tiempo en Verso, de Manuel Ibáñez. Biblioteca Municipal “Cristóbal Bermúdez Plata”
Tiempo en Verso. ¿Son estos, tiempos de versos? ¿Son estos tiempos, buenos tiempos para la poesía?
Visto desde este punto y desde estos momentos que nos han tocado vivir, no creo que estos tiempos los tiempos más propicios para la poesía. Se lee poca poesía, eso ya todos lo sabemos lo sabemos, pero ¿por qué se lee poca poesía? Se lee poco, en general, debido a la pereza por la lectura, junto a una multitud de ofertas más atractivas, como el cine, la música, los videos juegos, el chateo por internet, los reality show o los cotilleos televisivos; Todos estos productos de consumo rápido que nos tienen inmersos en un estado de disfrute y colectiva felicidad.
Todos estamos envueltos, más bien enclaustrados, en unos tiempos de bienestar, de abundancia y de una inducida e hipnótica felicidad. Nos hemos, nos han, creado una sociedad feliz, somos felices, y esta felicidad nos hunde en el marasmo y en el conformismo de una masa de individuos sumisos y consumistas.
Por lo tanto, vuelvo a preguntar; ¿son estos tiempos, tiempos propicios para la poesía?
Pues sí, teniendo este poemario entre mis manos, yo digo que sí, y así nos lo demuestra Manuel Ibáñez con su Tiempo en Verso.
Él se aparta de esa vorágine del mundo, de este mundo de prisas, de este mundo voraz y esquizofrénico. Él se aparta, “despacito y sin sobresaltos y sin sobresaltos,” a su rincón a “escuchar / la respiración / del tiempo, / y sentir / los partos / de la tierra / y desde ese rincón, situado en el centro mismo de la vida, él nos ofrece con humildad el puro zumo de los frutos de ese árbol de tronco retorcido y ramas alargadas como brazos, los frutos de ese árbol al que todos llamamos Manuel.
Manuel ha escrito en la revista Almazara y ha pertenecido a la revista literaria Vivencias. Ha sido contertulio del Cuarto Blanco, tertulia literaria de la Barriada El Rancho, y es miembro fundador de la revista La Espada Flamígera. Ganó, hace algunos años, el premio de poesía de Marchena.
Por lo tanto, como podéis apreciar, Manuel siempre ha tenido una estrecha y muy profunda relación con la poesía. Debido a esto, en este su primer libro, nos encontramos con poemas muy recientes y con otros de hace ya bastantes años, por lo que se podría decir es un libro-vida -al igual que el tronco de un árbol se forma- este libro se fue formando capa a capa, poema a poema, hasta erguirse hoy aquí ente nosotros.
Con los Versos Traviesos, de la primera parte de este poemario tenemos la oportunidad de jugar, o más bien de divertirnos, con los juegos que Manuel nos propone en sus poemas. Aquí podemos encontrar la poesía más traviesa de nuestro autor, como su título bien indica, pues sus poemas son eso precisamente; la travesura, el juego de palabras y el giro pícaro o burlesco.
Además con estos Versos Traviesos, él nos introduce en los misterios de las palaras, explorándolas como si de mundos remotos se tratase y ofreciéndonos sus secretos, pero dejándonos con la intriga y la obligación de descubrir aquello que se oculta, o más bien aquello que él oculta en sus poemas. En algunos de estos poemas traviesos, nuestro autor nos sumerge en lo cabalístico o el acertijo.
Bienvenidas a mi Pecho es el título de la segunda parte del libro. Los poemas que en ella encontramos son, en cierto sentido, más formales y más profundos, y aunque sigamos encontrando alguna que otra pincelada de travesura, con ellos Manuel nos muestra sus sentimientos y la vida vista desde su particular postura. Es esta una poesía más intimista entre la que aparece algún que otro poema reivindicativo o amoroso, pero con cierto predominio de la poesía bucólica. Manuel es un amante de la naturaleza, y ese amor por el campo le lleva a escribir poemas muy hermosos.
La tercera parte, A mi Aire, está formada por una serie de poemas breves que rozan, con cierta habilidad e intención, las letras flamencas. Con este título viene a decirnos el autor, previniéndonos, que esperemos eso justamente, letras flamencas, sino poemas breves de carácter folclórico, aunque un buen número de ellos se puedan considerar como tales.
Es tiempo de poesía. Realmente estos son tiempos de versos, pues pienso que debido a los momentos por los que la humanidad atraviesa, es necesaria la luz y el grito de la poesía para disipar nieblas y avivar conciencias; y como no para engrasar la maquinaria humana, lubricando aquellas zonas de nuestra sensibilidad y racionalidad que están atrofiadas por nuestro conformismo.
Y este Tiempo de Versos de Manuel Ibáñez consigue esos propósitos haciéndonos, o al menos acercándonos un poco, más sensibles, es decir más humanos.
Por todo ello yo quiero agradecer este poemario a Manolo. Gracias Manuel.
Miguel Fernández Rivero