RESEÑA DEL LIBRO: El Saber de las Mujeres. Homenaje a nuestras escritoras. Para la revista Cultural Mauror, Nº 6, julio 1998.
Me ponen en las manos un librito en cuya portada dice, escrito a grandes letras; El Saber de las Mujeres, se me pide que lo lea con tranquilidad y que después escriba una reseña para Mauror.
Cuando llego a casa mis ojos repasan todos los libros que hay en los estantes de mi librería, como buscando algo ya presentido. De improviso me invade un estremecimiento y me sonrojo. Acabo de comprobar que en mi pequeña biblioteca tan solo hay dos libros escritos por mujeres, En las Orillas del sar de Rosalía de Castro e Historia de Andalucía la Baja de Antonia Villalón. En ese momento me avergüenzo de mi ignorancia o mi falta de interés por la poesía, y la literatura en general, hecha por mujeres. Y es que leemos poco a nuestras escritoras. Para intentar solventar mi parte de culpa en todo esto, voy a hablar de esta pequeña obra, pequeña en volumen pero grande en valor, que ahora tengo en mis manos.
Este libreto, como ya lo llaman sus autoras, es un acto reivindicativo, además de literario, mediante el cual se intenta romper esas murallas entre las que, en cierta medida, está recluida la producción literaria de la mujer, salvo contadas excepciones. El grupo lo componen cuatro escritoras, entre las cuales y bajo mi punto de vista podríamos diferenciar, grosso modo, dos formas distintas de creación. En primer lugar a Amelia Aguilar y a María Reina con una poesía de la experiencia y la cotidianidad, es decir de la vida misma sin más artificios. Mientras en segundo lugar encontraríamos a Mila Guerrero y Lola Zamudio, con una poesía más profunda, una poesía de la búsqueda y el pensamiento.
Amelia Aguilar nos deja nos deja en su poesía el dulce sabor del verbo querer, la fragancia de ese amor que a través de los años, y en la vejez misma, fue impregnando su piel. Pero además no conformándose tan sólo con eso, nos muestra la formula exacta para llegar a una y a otro, es decir a la poesía y al amor:
Verso a verso
se forma una poesía
beso a beso
se va formando nuestro amor.
Pero todo ese amor que ella es capaz de cantar en sus poemas, no le impide ofrecernos todo su saber de mujer en estos versos de su poema, Vejez:
En la senda de nuestras vidas
girones de nuestro cuerpo vamos dejando,
el arado del tiempo que no perdona
surcos en tu carne árida va cavando.
Con Mila Guerrero cambiamos de género, pues ella nos entrega un cuento o relato breve, como mejor lo queramos llamar, yo prefiero llamarlo simplemente poesía, como si no haríamos de calificar una expresión como la de estas líneas:
Le escribí mil cartas de amor anónimas y ahogadas en deseo para
poder decirle lo que jamás de mí hubiera esperado: que la amaba más
que al mar, más que al sol recostado en la montaña…
En Mila, ya he tenido la oportunidad de comprobarlo en varios de sus relatos, todo es breve, por muy extensos que sean sus escritos siempre nos dejaran en los ojos ese regusto agri-dulce del gozo de lo bello, de lo inquietante o ambiguo, porque la vida en su pluma toma otra dimensión:
…mientras ella desmenuzaba el mundo en mil palabras.
La poesía de María Reina es un grito desde la rabia y la impotencia, ante la incomprensión de la que es víctima la mujer cuando, en ocasiones, el compañero o amante toma una actitud de prepotencia, relegando a la “amada” a un segundo plano, privándola de toda libertad personal y de decisión:
Cuanto me hubiera gustado
tener esa liberta
cuando tuve compañía…
Pero a pesar de todos los desengaños al final siempre hay un lugar para la esperanza, y por ello nos muestra en estos versos el anhelo de la igualdad, no sólo de ella sino de toda mujer, al pedirle al hombre:
…que me deje decirle
lo que lo amo
y me deje volar
junto a su lado…
A través de sus versos Lola Zamudio pasea de la mano de Federico por ese Nuevo Paisaje de la Multitud que Vomita, y lepresta sus ojos para que él pueda ver cómo sigue todo en su ausencia. Y en aquella noche en la que a ella le invade el sufrimiento del mundo, Federico se hace su compañero en esa pena, mientras Lola derrama desgarrados versos:
Cierta noche que estuvo
la tristeza más honda que ninguna
gobernando mi pecho enmudecido.
Leer la poesía de Lola ya en sí es un acto de placer, pues en un mismo poema puede llegar a deleitarnos con toda la fuerza y toda la sensibilidad de su palabra:
Blanquean mi alma la luna y la nieve.
Clava el dolor sus uñas en el suelo.
Renace eterno el sol cada mañana.
Amanece. Mi amor ya está despierto.
Punto y final. Pero la palara no cesa. Porque el verso germina sobre la tierra y se dilata entre los pliegues del viento. Y porque la poesía tapa las grietas del alma. Que vuestra voz jamás se extinga, que sea el canto que ilumine los ojos del mundo.
Para vosotras van estos versos que algún día, y en algún lugar escribiera Blas de Otero:
Canta en este paisaje, dale música,
canta, mujer, tu forma y tu caricia,
canta, ave de Dios, sobre mi barro.
Miguel Fernández Rivero